viernes, 5 de octubre de 2007

El brillo del acero no es buen consejero


El brillo de la hoja del cuchillo que usaba el carnicero con tanta maestría mientras fileteaba un buen trozo de cordero le había dejado una profunda huella.

Ese resplandor repleto de sangre y arterias le había casi empujado a arrebatarle el cuchillo de las manos al carnicero y de usarlo con carne humana, la carne más sabrosa y con más vitaminas del Reino Animal.

En el último momento pudo reprimir el instinto y con cara desencajada le preguntó el precio de los riñones al carnicero:
-Están a 6,95 Euros el Kilo señor, han bajado, la semana pasada estaban a 7 con 15 sabe usted.
-Vale, vale, póngame medio kilo por favor.

Así salió del mercado con una bolsa de riñones que chorreaba sangre, el calor era extremo en el exterior lo que provocó no mucho tiempo después que los riñones emanasen un intenso hedor que le hizo recordar lo que hizo su padre.

El camino que había cogido no le llevaba de regreso a casa y cerca de un sexshop había una cuchillería con navajas suizas y cuchillos de Chef en el escaparate, nuestro hombre entró en ella y se dijo:
¨Tengo que hacerlo¨.

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